lunes, 2 de abril de 2012
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Sentado frente a una mesa, una mano en la nuca mientras la otra intenta parar los movimientos de la tierra agarrandose a la mesa. El ultimo cigarro se consume en el cenicero mientras una gota cae por el vaso de bourbon. Las fotos de su familia cubren la mesa, desordenadas, intenta darle un sentido a lo que va a hacer. Se echa a llorar con la cabeza entre las piernas, esta nervioso, tiene miedo, nota como una gota de sudor resbala por su frente hasta que la ve caer y estrellarse contra el suelo. Un escalofrio recorre su espalda, es el momento, se siente decidido. Alarga la mano hasta cojer el tirador del cajon. Al abrirlo un reflejo ilumina la sala, una pistola, lo deja encima de la mesa. La admira. La coje. Siente el peso del arma, esta fria. Abre el cargador y saca las balas una por una. Cada una de ellas parece llevar escrito algo que solo el puede leer, una razon para utilizarla. Busca un trapo por el cuarto. Vuelve a sentarse. Se entretiene mirando las balas antes de limpiarlas e introducirlas en el cargador. Parece estar siendo delicado, como si tuviese miedo de que las balas fuesen a sufrir. No quiere hacerles daño. Una mirada fria y concentrada en el frio acero. Sonrie. Sabe cual sera el final de sus pequeñas compañeras. Pero debe ser cauto. Nadie debe saber lo que hace. Mañana sera un gran dia, se repite una y otra vez. Mañana sera un gran dia. Si, lo sera. Una voz grave, alterada, una respiracion agitada mientras lo dice.
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